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La mitra: Símbolo del Fuego Sagrado, del Sacerdocio Solar
La gran mayoría de esculturas de San Agustín llevan mitra (gorro, turbante, penacho, como suelen decirle los ínclitos guías de los parques arqueológicos en ese fastuoso lugar). La mitra también la encontramos de manera exuberante en los monumentos de los diferentes sitios arqueológicos de Indo América, como México, Guatemala, Honduras, Perú, Bolivia; lo mismo que en Asia, Europa, África, etc., etc. Esas figuras pétreas con esos ornamentos se ven imponentes, maravillosas, majestuosas, grandiosas, solemnes, regias…
¿Qué significa la mitra? El V. M. SAMAEL AUN WEOR, padre de la Antropología Gnóstica Psico-analítica, dice: “La mitra lleva las características del verdadero sacerdocio”.
Si indagamos con tesón de clérigo aquí, allá y acullá, sobre el hondo significado de ser sacerdote en Indo América, encontramos en sus conocimientos secretos o psicológicos, que para serlo, en el sentido exacto del término, debía conocer y ejercitar los profundos Misterios del sexo; arcanos que se practicaron en estos centros culturales y espirituales; y lo importante es que dentro de tales Misterios, el objetivo primordial era avivar el Fuego Sagrado del Espíritu de Dios que yace en potencia en la fuerza sexual.

Al respecto, el V. M. SAMAEL AUN WEOR, dice: “Es útil recordar el Caos de los antiguos; el Fuego Sagrado de Zoroastro; o el Atash-behran de los parsis; el fuego de Hermes ; el fuego de Helmes, de los antiguos germanos (no se confunda a Hermes con Helmes); recordemos el relámpago fulgurante de las Cibeles; la antorcha de Apolo; la llama del altar de Pan; el fuego inextinguible en el Templo de la Acrópolis y en el de Vesta; la llama de fuego del yelmo de Plutón; las lenguas de fuego de Pentecostés (el Fuego Sagrado del Sacratísimo Espíritu Santo); la zarza flamígera de Moisés, idéntica al tunal ardiendo de la fundación de México; la columna de fuego del Éxodo; la lámpara inextinguible de Abraham; y de tantos otros…”
Y no está de más recordar que San Pablo nos dice: “Nuestro Dios es un Fuego devorador”.
Hoy conocemos por nuestras investigaciones, que en las Escuelas secretas, tanto de Oriente como en Indo América se enseñaban siempre silenciosamente los Misterios sexuales. Los Misterios sexuales instituyeron la síntesis de todas las religiones solares. En el amanecer de Indo América existieron poderosas civilizaciones como la Inca, Los Mayas, Los Aztecas, etc., y excelsos Misterios que tuvieron como origen la sexualidad trascendente y trascendental; por eso vemos en sus cultos la mezcla de lo místico con lo sexual, lo erótico con lo religioso.
Lo escondido en la práctica de la sexualidad trascendente y trascendental se halla en la unión del Phalo y del Útero sin derramar siquiera una gota de “Ens Seminis”. Lo importante consiste en conectarse sexualmente el varón y la mujer, y retirarse él de ella, y ella de él antes del espasmo o del orgasmo para evitar la pérdida de las secreciones sexuales. Esta es la misma clave que todavía utiliza la Alquimia sexual para transmutar el agua (“Ens Seminis” o Mercurio) en vino (Fuego o Azufre). Para tener una idea del conocimiento que tenían al respecto los escultores de San Agustín, encontramos que el primer milagro que realiza el Gran Kabir Jesús de Nazareth, es transformar el agua en vino, y precisamente en una Fiesta de bodas. ¡Que maravillosa enseñanza se guarda en esos sagrados versículos bíblicos!

La mitra en las esculturas, tanto de San Agustín como en toda Indo América, Occidente y Oriente del mundo, siempre ha representado al Logos; y el hecho que algunas figuras la tengan, indica claramente el perfil de un Gran Sacerdote, pues no es posible concebir una criatura lunar (un muerto viviente, alguien que no tenga alma humana) con mitra.
¿Qué es el Logos? Para capturar el hondo significado del Logos, veamos la explicación que nos a el Padre de la Antropología Gnóstica: “INRI: Ignis Natura Renovatur Integram. No olviden pues, lo que es el fuego. Crestos es el fuego del fuego, la llama de la llama, la signatura astral del fuego. ¿Quién conoce el Misterio del Fuego? ¿Quién lo ha revelado? Realmente, el fuego es algo que continúa siendo un enigma. Si nosotros rastrillamos un cerillo, con el frotamiento veremos el fuego. Muchos dirán: "¡Producto de la combustión!" (No es eso). ¿Quién hizo mover el cerillo? Fue necesario que tuviéramos fuego en la sangre, en las venas (energía) para que el cerillo pudiera ser rastrillado, frotado; entonces apareció el fuego. ¿Producto de la combustión? ¡Absurdo! Al contrario, la combustión es un producto del fuego (allí estaba encerrado, latente); bastó que se le quitara la envoltura en que estaba para que surgiera”.
“No tiene un principio, no tiene un fin. Las criaturas (seres humanos, etc.) vienen al mundo por el fuego y se van, termina la vida, cuando cesa el fuego. Se desenvuelven, se reproducen por el fuego; dejan de existir cuando el fuego se retira. La Esencia o Conciencia que en nuestro interior cargamos (enfrascada, desgraciadamente, entre tantos elementos psíquicos indeseables), es fuego vivo. Cuando los distintos ingredientes del Ego entre los cuales se haya enfrascada son destruidos, queda en nuestro interior la Esencia o Conciencia libre, convertida en fuego viviente (ese fuego es el fuego del Crestos, del Logos)”.
“La signatura astral del fuego es lo que cuenta, y ese es el Crestos. Si golpeamos a una roca con un eslabón, veremos saltar el fuego (allí está el fuego vivo). Es el Logos, El Crestos; El Crestos está crucificado en esta gran creación. Es el fuego, el fuego cósmico; pero no el fuego común y corriente, sino el fuego del fuego, la llama de la llama, la signatura astral del fuego. Ese fuego arde, incesantemente, en todo lo que es, en todo lo que ha sido, en todo lo que será (es el INRI)”.
“Mucho se ha hablado sobre el Cristo; se han escrito enormes volúmenes, tratando de explicar al Cristo, y la Gnosis lo explica con cuatro letras que ven ustedes ahí, sobre la cruz: INRI. Eso es El Cristo: INRI, es decir, fuego, fuego solar, fuego que arde en toda la creación”.
Por eso dice la Biblia que “el Verbo (la Palabra) se hizo carne y habitó entre nosotros”; y el Evangelio según San Juan, dice: “En el principio existía el verbo y el verbo estaba con Dios, y el verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por él y sin él no se hizo nada de cuanto existe”. El verbo, la palabra encarnada es el Logos; y el Logos es el Crestos Cósmico, es el Superhombre terriblemente divino; es un Platón enseñándonos la doctrina del Verbo en su maravilloso “Diálogo”; es un Hermes Trismegisto, el tres veces grande Dios Ibis de Toth, diciéndonos “Te doy amor donde está contenido el súmmum de la sabiduría”; es un Quetzalcóatl, que hace estremecer a los Náhuatl; es un Jesús de Nazaret entregándonos el Drama Cósmico, plasmado en los cuatro evangelios canónigos para señalarnos el camino de la Auto-realización íntima del Ser; es un Manco Capac, que en la tierra de los Incas origina la gran tempestad de todos los ideales, y también la fuerza que lleva su mensaje por los países del Sur.
Lamentablemente, las gentes tienen la tendencia de mirar al sexo como algo sucio y horriblemente pasionario. Las culturas Indo americanas se inclinan reverentes ante los Misterios Gnósticos del Sexo, porque consideran que el sexo es una función sagrada que nos convierte en auténticos sacerdotes. Todo real sacerdote según la “Orden de Melquisedec” sabe que las aguas de vida (Semen Cristónico) son el habitáculo del Fuego. Conoce además que toda la Fuerza del Logos reside entre la semilla vegetal, animal y humana; y que por lo tanto, el sexo es una fuerza santa que no debe ser profanado por la fornicación o eyaculación de la simiente...
Sin duda alguna, en este escenario del Planeta, conocido hoy como San Agustín, se vivió el sublime esoterismo del Cristo y estas esculturas señalan que aquí existió un pueblo que alcanzó la suficiente madurez espiritual, condición requerida para poder justipreciar y vivir en forma práctica la “Doctrina del Fuego”, sin temores ni complicaciones de ninguna especie. Esta es la misma doctrina que en otros tiempos floreció en Palestina, Grecia, Egipto, Babilonia, etc. Ha llegado la hora de comprender que en San Agustín, palpitó la sabiduría oculta, que es sabiduría espiritual, Luz que guía al Alma.
“Existe una gran diferencia entre la Antropología Materialista y la Antropología Gnóstica –dice el V. M. SAMAEL AUN WEOR-. La Antropología Materialista, mediante asociaciones de tipo intelectivo, saca deducciones lógicas que pueden no estar de acuerdo, en realidad de verdad, con los principios esoteristas de Anáhuac, o de los Toltecas, o del Egipto, etc. Pero la sabiduría gnóstica, la Antropología Gnóstica, basada en reglas precisas y en principios tradicionales eternos, sabe extraer de las piedras arcaicas toda la sapiencia esotérica. Así pues, debemos diferenciar entre la Antropología Gnóstica y la Antropología Materialista”.
La Antropología Gnóstica ahonda en la sabiduría del pasado, sabe extraer de muchos códices la orientación precisa, para guiarnos en el momento presente; bebe en la fuente tradicional de la augusta sabiduría de la naturaleza, busca los primeros cauces de la sapiencia cósmica. Y eso es lo que hemos hecho en San Agustín: estudiar estos clásicos libros de piedra, pero con ojo avizor, sabiendo sacar de entre "la letra que mata", el "espíritu que da vida".
San Agustín nos ofrece el gran secreto de la vida: Y quien estudie este Cuaderno de formación cultural gnóstica, podrá verificar que la reacción interna de nuestra psiquis no se hace esperar, entablándose una lucha entre la luz y las tinieblas; librándose una dura batalla entre a fantasía y la realidad; y es que el Anticristo (íntimo) se revolcará dentro del lector, pues, presiente el peligro de perecer y lucha por entorpecer los primeros destellos de luz que se presentan al ir estudiando el contenido de esta estatuaria… Pero si prevalece el corazón y se disipan las tinieblas, la luz interna entrará en actividad, pues echará por tierra los moldes pseudo-espirituales establecidos y arraigados por la mente humana. Y debemos hacer la diferenciación entre la mente humana, que es la mente del “animal intelectual” y la Mente-Cristo, que es la Mente Solar del Hombre Real.
El sacerdocio de Melquisedec es la sabiduría del Cristo. Y esa sabiduría encierra los misterios sexuales. “Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”, nos dice san Pablo. Sin embargo, debemos reconocer que hay muchos ignorantes ilustrados, que ignoran que ignoran, hablando socráticamente, que creen imposible realizar en sí mismos el milagro del Advenimiento del Fuego.

Los Misterios sexuales son el Gran Arcano o el Arca de Noé, el Arca de la Alianza. Cuando los soldados de Nabucodonosor entraron en el Sanctum Sanctorum del Templo de Salomón se quedaron aterrorizados al contemplar los dos Querubines que tocándose con las puntas de las dos alas, semejaban la actitud sexual del hombre con la mujer, durante la cópula. Y protestaron preguntando: ¿Ese es el dios que vosotros adoráis?
Cada una de estas estelas de San Agustín, es un libro de piedra que habla por sí mismo de la grandeza del Conocimiento Crístico. Infortunadamente, cuando se habla a las multitudes, cuando se les declara el crudo realismo del Cristo de inmediato recibe calificativos como los siguientes: blasfemo, hereje, malvado, profanador, sacrílego, etc. Así son las multitudes, siempre inconscientes; siempre dormidas. Ahora comprenderemos por qué el Cristo crucificado en el Gólgota exclama con todas las fuerzas de su alma: ¡Padre mío perdónalos porque no saben lo que hacen!
Obviamente las gentes inconscientes y dormidas solo quieren un Cristo histórico, antropomórfico, de estatuas y dogmas inquebrantables, al cual puedan acomodar fácilmente todos sus códigos de moral torpe y rancia y todos sus prejuicios y condiciones. ¡Las gentes no pueden concebir jamás al Cristo Intimo en el corazón del hombre; las multitudes solo adoran al Cristo estatua y eso es todo! En San Agustín se practico un cristianismo esotérico, un cristianismo vivo, no un cristianismo muerto, sino un Cristianismo Gnóstico que puede transformarnos radicalmente.
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