VISITA A SAN AGUSTÍN (1ª. PARTE)

La cruda realidad de los hechos, es que el que quiera llegar a poseer la Gnosis, la Sabiduría del Padre que está en secreto, debe desdoblarse en dos: en el Hombre Exterior y el Hombre Interior. En tanto no logremos desdoblarnos psicológicamente, seguimos viviendo como Hombre Exterior.
El Hombre Exterior, ¿de dónde va a sacar la Gnosis, la Sabiduría? Para alcanzar la Sabiduría del Ser Intimo se necesita darle nacimiento, en uno mismo, al Hombre Interior; esto quiere decir, que el “Nuevo Hombre” debe nacer dentro de uno mismo. Ese Hombre Interior no es otra cosa que el Hombre Psicológico. El V. M. SAMAEL AUN WEOR, dice “El Hombre Interior está colocado en un nivel superior al del Hombre Exterior. Es necesario “Renacer” del agua y del espíritu”, dice Jesús, y todos los evangelios del Gran Kabir Jesús, van a eso: al “Renacimiento del Hombre Interior”. Él quiere que surja el Hombre Interior en cada persona, eso es lo que desea el Gran Kabir. Los mensajes de Jesús no están dirigidos al Hombre Exterior, pues El no venía dispuesto a perder el tiempo miserablemente dando conocimientos exclusivos para el Hombre Exterior. Las enseñanzas de Jesús tienen un solo objetivo: que se “Renazca del agua y del espíritu”; Él quiere que en nosotros renazca el Hombre Interior, que nos desdoblemos en dos”.
“El Hombre Exterior, realmente, vive en el mundo externo y únicamente puede saber sobre las cosas del mundo externo. El Hombre Interior es distinto: vive en un mundo interior y conoce la vida exterior, completamente, y también la vida de tipo interior. Y es que el Hombre que ha renacido del agua y del espíritu, es diferente. Cuando eso sucede, el mismo Hombre Exterior se somete a la voluntad del Hombre Interior y actúa en consonancia con las leyes de los mundos internos (ya es un hombre diferente)”.
“Obviamente, el Hombre Interior nace dentro de nosotros en un nivel superior, en una octava superior. El Hombre Exterior, el hombre común y corriente, está colocado siempre en un nivel de tipo inferior; eso es ostensible”.
El “Tratado de Psicología Revolucionaria” del V. M. SAMAEL AUN WEOR, nos dice con luz meridiana que “para que renazca en nosotros el Hombre Interior, se necesita ante todo reconocer nuestra propia nadidad y miseria psicológica. Es claro que las gentes comunes y corrientes están acostumbradas a vivir de acuerdo con las reglas de este mundo: se sienten perfectísimas y llenas de virtudes, mejores que don fulano de tal, que doña zutana, etc. Siempre se quejan de que no les reconocen sus méritos: si trabajan en una fábrica, pues consideran necesario que se les pague bien, que se les aumente el salario conforme los precios aumentan; no dan “puntada sin dedal”, aspiran siempre a un ascenso. Si son simples soldados en el Ejército, quieren llegar a ser Cabos, quieren ser Sargentos, quieren ir progresando poco a poco, y allá, en su interior, sueñan con llegar a ser Generales de División, ¿por qué? Porque se consideran dignos de mérito, creen que todo se lo merecen, y si trabajan en algún sentido, si hacen algún esfuerzo, exigen su paga, y si no, protestan. ¿Cómo? “! No es justo -dicen-, yo he trabajado, he luchado, tengo tales y tales méritos y, sin embargo, a mí no me han sabido pagar, no han sabido reconocer mis esfuerzos!” ¡Así es el hombre exterior!”
Entonces, para que nazca el Hombre Interior, ¿Qué debemos realizar? Pues tenemos que volvernos diferentes; comenzando a reconocer que uno no vale nada a pesar de haber trabajado muy duro en la vida, hasta llegar a acabar con la psicología anormal del Hombre Exterior. Hasta llegar a comprender que uno es un imbécil, en el sentido más completo de la palabra. Y al decir, no tomarlo como meras poses de comediante, ni fingidas mansedumbres o actitudes pietistas, o mojigatería de muy mal gusto. No; porque cuando uno tiene el valor, la valentía de examinar nuestra propia existencia, llegamos a descubrir que uno es un idiota, que no vale nada. Pero en tanto creamos que valemos algo, no puede nacer dentro de sí mismo el Hombre Interior. Mientras el Hombre Exterior crea que vale mucho, seguirá siendo lo que ha sido siempre: el hombre de la calle (común y corriente), el señor que está detrás del mostrador en el almacén, el boticario que prepara recetas, o el vendedor de artículos de primera necesidad, pero jamás el Hombre Interior.
El V. M. SAMAEL AUN WEOR, explica: “El Hombre Interior nace dentro de uno como resultado de sus propias reflexiones. Si se quiere que nazca el Hombre Interior dentro de sí mismo, tiene que darse el lujo de destruir lo que uno es, lo que es uno mismo: un saco de reacciones mecánicas, absurdas, un saco de prejuicios, de simpatías y de antipatías mecánicas, de lujurias, etc. Total: un cretino. Si uno se da cuenta que es eso, se le quitan las ínfulas de vanidad y se dedica en verdad a lo que debe dedicarse: a la destrucción del “Mí Mismo”. Esto es algo que suena muy feo para las gentes que se quieren mucho. A nadie que tenga el “Yo” del amor propio, puede gustarle estas palabras que estoy diciendo aquí. Pero así es: cuando uno trabaja de verdad, sinceramente, está erradicando de su psiquis lo que debe erradicar: su imbecilidad, su idiotez, su cretinismo, sus ínfulas de grandeza, su auto-importancia, etc.”.
El Tratado de Psicología Revolucionaria Gnóstica nos ha informado que a medida que los elementos indeseables que uno lleva en su interior mismo se reducen, a cenizas, la Esencia, la Conciencia se va liberando y va surgiendo en uno la Auto-Gnosis. Esa Conciencia liberada es Gnosis, es Sabiduría, pero Sabiduría de verdad; no hablamos de conocimientos sensualistas o razonativos, porque eso no le sirve al Hombre Interior; hablamos de Sabiduría verdadera, que es Auto-Gnosis.
Obviamente, a medida que la Esencia se libera, aumenta la Auto-Gnosis. Cuando la totalidad del Ego es destruido, aniquilado, la Esencia, la Conciencia, que es lo mismo, o sea, el Hombre Interior queda completamente auto-consciente. Ese hombre, nacido del agua y del espíritu, tiene Gnosis verdadera, es el Hombre de Sabiduría, de Sapiencia Cristica. No el conocimiento ciego, no lo que a uno le enseñaron en la primaria, en la secundaria, en la preparatoria, en la universidad, etc., etc.; nos referimos al conocimiento del Hombre Consciente, desprovisto de Ego, al Hombre Interior que ha sabido escuchar al Verbo, a la Palabra, la Sapiencia, la Sabiduría; eso es lo que nos señalan los artistas de Arte Regio que elaboraron estas estelas. Ese Hombre Interior por experiencia directa, puede vivenciar los Misterios de la Vida y de la Muerte, puede vivenciar eso que está más allá del cuerpo, de los deseos y de la mente, eso que no es del tiempo, eso que es la Verdad, la Gnosis del Padre que está en medio de nosotros. Porque cuando alguien se ha desdoblado en sí mismo, cuando se ha dividido en Hombre Superior y Hombre Inferior, entonces, ese alguien, tiene una experiencia directa sobre lo real. Así que, el Arte Objetivo de San Agustín no le interesa que prosiga el Hombre de Nivel Inferior, sino que renazca en nosotros el Hombre Interior; en estas estatuas se quiso que la humanidad conociera la necesidad de llegar al Nacimiento Segundo, se quiere el desdoblamiento del Hombre.
Quien quiera llegar, en verdad, a ser Hombre de Conocimientos Gnósticos, quien quiera poseer la Auto-Gnosis, tiene que dar nacimiento, en sí mismo, al Hombre Interior, es decir, tiene que desdoblarse en dos: en el Hombre Interior, colocado, naturalmente, en el nivel de una octava más elevada, y el Hombre Exterior, colocado en un nivel más bajo, en el mundo en que vivimos.

El V. M. SAMAEL AUN WEOR, al respecto dice: “Cuando uno se somete a esa autoridad colocada, dentro de uno mismo, en una octava ascendente, o sea, cuando uno se ha desdoblado en dos y el Hombre Interno se somete a esa autoridad, y a su vez el Hombre Externo se somete al Hombre Interior, todo en general queda sometido una autoridad íntima, que no es otra sino la de la propia particularidad, la de su propio Logoi, la de su propia Mónada, hablando esta vez al estilo de Leibnitz”. (La de su Padre que está en secreto, según el Evangelio Crístico)”.
Es cierto y de toda verdad, que mientras más obedezcamos esa autoridad, tanto en los Cielos como en la Tierra, es decir, tanto en el espacio psicológico como aquí, en el espacio tridimensional de Euclides, pues tanto más aumenta la Sapiencia.
Quien quiera saber algo sobre la Sabiduría, primero que todo no debe confundirla con la información intelectual. Tenemos que quitarnos ese adefesio de suponer que Sabiduría es lo mismo que razonamiento intelectual.
La adquisición de la Sabiduría es algo graduativo. Se va logrando en la medida que vamos consiguiendo la liberación de la Conciencia mediante la trituración y desintegración de los elementos psíquicos indeseables; y quien consiga liberar un ciento por ciento esos “demonios execrables”, entonces su Esencia, poseerá la sagrada Gnosis, la Sabiduría integral.
Para que la Sabiduría se multiplique, necesita uno someterse a la Voluntad del Ser, a la Voluntad de su Mónada particular; y nuestra misma voluntad personal que tenemos, obviamente, debe someterse a esa Voluntad interior profunda que se ha formado gracias al desdoblamiento humano. Entonces, cuando uno se somete a esa Voluntad interior profunda, pues marcha bien, porque esa Voluntad interior profunda a su vez se somete a la autoridad interior del Ser y todo cambia: se multiplica la Sabiduría y el Hombre Exterior, aquí en el mundo tridimensional, trabaja en consonancia con las leyes interiores y con la Voluntad del Ser; ya es algo diferente, ya no es simplemente un robot como las gentes comunes y corrientes, que no son sino robots programados para tal o cual profesión, para tal o cual oficio, etc.
Así pues que tener Sabiduría es importante, pero nadie podría llegar a tenerla si no ha dado nacimiento al Hombre Interior, si no ha llegado a desdoblarse en dos, si no ha llegado a eliminar de su psiquis los elementos indeseables que allí lleva, puesto que así es como surge la Sapiencia Real, que no es información intelectiva sino conocimiento psicológico y sapiencia. Distíngase entre Sabiduría y conocimiento intelectual, pues son diferentes.
Juzgo que usted, caro lector (a), va entendiendo cuál era el propósito fundamental del Arte Regio Gnóstico aquí en San Agustín: Dejar a la posteridad una enseñanza dirigida al Hombre Interior.

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